jueves, 11 de noviembre de 2010

Parte 1 - 6

Capitulo 6: La masacre del centro comercial - 1


     Habían gritos, disparos y gemidos por todas partes. Se acercaban a una velocidad impresionante, no había forma de detenerlos a todos.

Recuerdo que alguien gritó “Dios nos ayude” y entonces Toby, John, Angel y yo reaccionamos. Corrimos en dirección de las torres de vigilancia, nos trepamos y rápidamente sacamos nuestras armas, comenzamos a disparar a  cuanta criatura veíamos, pero… eran demasiados. Y ahora se hallaban a solo dos calles de distancia.

John silbó; Una de las señales que habíamos establecido antes, era que si nos separábamos, silbar indicaría nuestra posición y debíamos correr para agruparnos nuevamente, ya que los ruidos fuertes atraían a los infectados. Todos bajamos al instante siguiente, todos menos Angel, el no conocía de la seña. Nos reunimos a unos metros lejos de la escalera de la entrada del centro comercial y entonces decidimos que lo más sensato en esos momentos de pánico masivo era… huir. No había otra forma, abandonar a estos sobrevivientes era la única manera de que nosotros pudiéramos seguir con vida. Era egoísta, pero no había otra forma.

Corrimos para avisar a Angel. Le dije en el oído que ya nos íbamos y el solo sonrió. Me siguió y entonces comenzamos a mirar en busca de alguna salida. No había ninguna. Todos los puntos estaban vigilados y los infectados venían de todas direcciones rodeándonos…

-¿Qué hacemos? -me pregunto John.

-Continuar con el plan. Debemos largarnos de aquí. –le conteste en voz baja

Solo quedaban unos minutos antes de que “ellos” comenzaran a escalar las vallas de alambre que rodeaban el supermercado. Había cientos de cadáveres quizás los que rodeaban la calle hacia nosotros. Pero no era ni una quinta parte de la muchedumbre que se nos venía encima.

Los guardias y demás supervivientes estaban aterrorizados. Tenían miedo como todos nosotros, no sabían qué hacer. Nadie quería morir.

-¡Todo el que sepa disparar un arma, tome una, apunte y ponga su dedo en el gatillo! –eso fue lo que grité.

No muchos me escucharon y ninguno me hizo caso.

-¡Oigan! ¡Escuchen, carajo! –Gritó John.

Lo mismo sucedió con John, todos nos miraban y podían escucharnos, pero el pánico era demasiado. Los controlaba por completo. Por suerte para nosotros, habíamos dominado el miedo rápido…

-¡ESCUCHEN! ¡¿QUIEREN MORIR, MIERDA?! –Toby gritó muy enojado.

Todos continuábamos intentando captar la atención de los demás, pero nadie nos escuchaba. Era una situación realmente desesperante. Los infectados comenzaron a escalar el muro de alambres que nos separaba de la muerte y en unos instantes ya se hallaban corriendo justo hacia nuestra dirección.

Tres disparos hizo Angel hacia el cielo. Y gritó:

-¡Silencio!

Todos reaccionamos. Éramos cerca de cincuenta personas las que nos encontrábamos afuera de la tienda y adentro quizás había unas cincuenta mas, sin contar a los niños y ancianos, claro.

Cuando me di cuenta que todos estaban callados, me dispuse a hablar.

-¡Tomen un arma, apunten y… disparen a todo monstruo hijo de puta que se acerque!

Pasaron tal vez unos tres segundos en los que nadie realizo ningún movimiento… nadie, salvo los infectados que corrían en busca de su cena.

Para mí, todo sucedía muy lento. Podía escuchar la respiración agitada de cada uno de los que nos encontrábamos ahí. Las luces de los reflectores de los puestos de vigilancia iluminaban muy bien toda el área. A pesar del pasto alto que había crecido en los alrededores, podías verlos y escuchar perfectamente sus pasos.

John tomó su rifle y disparó en dirección de la multitud que corría hacia su lugar. El sonido fue como la pieza maestra que derribó las demás piezas de dominó. Justo después, todos sacamos nuestros, bates, hachas, pistolas, rifles, palancas y todo objeto que pudiera ser utilizado como un arma y entonces esperamos a que nuestros intrusos se acercaran. Saque mi arma y arremetí todo mi cartucho de municiones hacia ellos, logré acertar en la mayoría de mis tiros. Docenas de cadáveres caían agujereados, llenos de sangre. Nos rodeaban, y no teníamos a donde huir, así que lo mejor para nosotros era hacer un “agujero” en su ataque. Un “túnel” que pudiera sacarnos de ahí. Llamé a un gran número de “compañeros”, y junto con mis amigos comenzamos a cercenar cabezas y agujerear cráneos. Eran demasiadas esas bestias y nuestros compañeros morían con el más mínimo error. Toby vació su arma demasiado rápido por lo que sacó un machete para defenderse. Las armas cuerpo a cuerpo no eran más que bombas de tiempo para cualquier sobreviviente. Un mero descuido y ya te encontrabas en la fila de espera de los recién llegados del club de los infectados. Mientras más pasos hacia adelante dábamos, mas infectados aparecían. Matábamos dos y cinco aparecían. A mi lado izquierdo, un muchacho de diecinueve años peleaba valientemente para poder regresar al supermercado y sacar a su novia de ahí y largarse. Era de cabellos dorados, ojos claros y cuerpo macizo. Tenía un bate de beisbol metálico de color gris. El y Toby hacían un buen equipo, él los aturdía de un “batazo” y Toby los remataba partiéndoles la cabeza en dos. Todo funcionaba de maravilla hasta que un infectado logro rasguñarlo, en ese instante su mirada quedo vacía, devastada. Estaba condenado a morir o convertirse en una de esas bestiales cosas. Lágrimas salieron de sus ojos y durante ese titubeo, un hombre infectado con mirada perdida, la boca ensangrentada y uñas negras por la sangre coagulada, lo tumbó. En el suelo yacía esperando su muerte con tanta melancolía, desesperación y decepción que me obligó a mirarlo directamente a sus ojos y dispararle en la frente. No tenía tiempo que perder, los infectados devoraban su cadáver y eso nos dio el tiempo necesario para continuar. Todos me vieron, pero nadie tenía aliento para decir algo. Solo continuamos nuestro camino. John vaciaba muy velozmente cada uno de sus doce cartuchos, sin dudar disparaba y acertaba cada tiro, era un experto en el manejo de las armas de fuego y los infectados caían ante él como patos en temporada de caza. A su derecha se hallaban dos mujeres; una mal encarada, tosca y con algunas cicatrices. Baja estatura, de ojos claros y de cabello lacio, oscuro y muy bien cuidado, tenía una revolver negro que cada tiró resonaba hasta Chelem. La otra, unos diez centímetros más alta que su amiga. De cabello castaño, ojos color miel y unas manos delicadas que nunca habían realizado algún trabajo rudo, su voz era dulce y demostraba mucho porte y gracia en sus movimientos, ella traía una pistola semiautomática. Era toda una damisela. Nadie pensaría que esas dos eran pareja. A decir verdad, la idea se me hacia algo atractiva…

Corríamos, éramos ocho los que nos abríamos paso sin parar. Habíamos limpiado las espaldas de los que combatían en el frente (los cuales no sabíamos que estaban siendo masacrados de una manera horripilante). Aún así, los infectados no paraban de llegar y el ruido que hacíamos con nuestros disparos y gritos no ayudaba en absoluto. Mi último cartucho se vació y pude ver un “Berseker” justo enfrente… y se me aproximaba. Me di por muerto, por supuesto.

John, Angel y un señor de edad un poco avanzada para encontrarse luchando contra monstruos, se dispusieron a dispararle a la imponente masa monstruosa de músculos y dientes, pero ninguno lograba acertarle. Y el simplemente los ignoraba, el venía por mí. Y cuando una de esas bestias te fija como su cena, considérate un cadáver. Se dirigía hacia nosotros cinco (yo estaba en medio de los demás) y entonces la chica ruda le atinó un disparo en su frente, es impresionante si tienes en cuenta que estos monstruos son rápidos como un jodido jaguar.

El “Berseker” tiene una característica peculiar. A pesar de agujerearle la cabeza, la única manera de “matarlo” definitivamente es… arrancándosela por completo del resto de su cuerpo. Y realmente nadie es tan idiota como para acercarse a uno de estos, es probable que por esto es que el “Berseker” sea de los infectados más letales que he visto y de los cuales no enfrentamos por nada del mundo; información un poco importante, aunque para la mala suerte de nuestra compañera, ella no tenía idea de qué clase de monstruo era el que ahora la había convertido en su presa (gracias a su atinado disparo). El “Berseker” se levantó del suelo luego de un par de segundos, abrió sus parpados y sus ojos cargados de sangre y furia se fijaron intensamente en ella. Se lanzó en su trayectoria con tal agilidad y rapidez que la muchacha apenas y pudo reaccionar. De un puñetazo en su pecho, la arrojó unos quince metros lejos de nosotros, casi regresándola al centro comercial. Al impactar en el suelo, se hallaba inconsciente, con casi todas sus extremidades rotas y con varias costillas y órganos completamente destruidos. La chica agonizaba y la criatura se abalanzo hacia ella una vez más, ahora para partirla en dos; con sus garras le atravesó el estómago y alejó en direcciones opuestas sus manos para abrirle su interior. Tomó su cuerpo mutilado y comenzó a beber su sangre de una manera grotesca. Su amante lloraba sin parar y corría hacia ella para auxiliarla pero John la detuvo, la tomó de la mano y continuamos alejándonos de aquella horrible escena.

Era obvio que los infectados tenían mayor número, eran más fuertes y además no tenían miedo de morir. Y es por esto que decidimos… retirarnos. Disimuladamente, claro.

Veíamos como contendían ambas fuerzas, como salían volando por los aires, los miembros de sobrevivientes e infectados. Cabezas, brazos, manos y mucha, mucha sangre. Era una cruenta batalla y era imposible que la ganáramos. Nosotros solo huimos y nos refugiamos en otro domicilio “prestado”.

A lo lejos aún podíamos escuchar los disparos, los gritos de dolor y de excitación que provenían de la batalla que daba lugar a unas cuantas esquinas de distancia. Luego de unos cinco o diez minutos, todo ruido cesó. Habían muerto todos, mujeres, niños, hombres, ancianos… daba igual. Para esas bestias, los humanos solo somos… comida.

Fue una muy larga noche, apenas y podíamos dormir, nos manteníamos alerta ante cualquier visitante indeseado.  ¿Fuimos cobardes? No. Me gusta pensar que no. ¿Fueron ellos muy estúpidos? Tal vez. La verdad, no tengo idea de lo que mi mente carburaba en esos momentos de completa desesperación, aunque…

martes, 7 de septiembre de 2010

Parte 1 - 5

Capitulo 5: "Shopping"

     Anoche fue una de las peores noches de mi vida. No dormimos lo suficiente, fuimos perseguidos y por último... terminamos en un lado abandonado de la ciudad.
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Desperté. Jonathan y Angel ya se encontraban deambulando en la "casa" donde nos habíamos hospedado; Toby dormía en una esquina. Tallé mis ojos, aclaré mi garganta y me acerqué a mis dos compañeros.

-¿Cuanto llevan despiertos? -pregunté sin curiosidad, solo quería decir algo realmente.

-Yo no dormí... -Dijo Angel al instante con una cara llena de cansancio y con un par de ojeras gigantescas

-Yo hace un par de horas... –Dijo Jonh mientras miraba por la ventana de la gigantesca casa en la que nos hallábamos.
-¿Qué... Qué hora es?

-Las... -miró a su reloj- ocho y veintidós. -respondió Jonh.

-Que tarde es...

-¡Si, y el pinche Tobys no se despierta! -gritó con algo de enojo.

-No importa mucho, hay un par de esos "mostros" afuera acechando. No iremos a ninguna parte hasta que esas cosas se vayan. -dijo Angel.

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Miré a John. A pesar de conocernos desde la secundaria, llevamos tan poco tiempo viviendo juntos y parece tanto... que ya nos conocemos casi a la perfección. Conozco sus miradas, sus expresiones. Son de las pocas personas por las que haría cualquier cosa...
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-Tres acosadores. Están en la casa de enfrente. -me indicó John mientras señalaba con su índice la pequeña edificación que se encontraba justo delante de nuestro provisional refugio.

-Oh... ¿así los llaman ustedes? -preguntó Angel.

-Si... les ponemos nombre a esas cosas para poder identificarlas... -dijo Toby interrumpiendo sorpresivamente.

-Vaya... que extraños son. -replicó Angel al instante.

-No tienes idea de cuánto. -respondí.

Resultaba que la noche anterior habíamos sido perseguidos por un grupo de sanguinarios infectados a los que decidimos nombrar "los niños" <>. No nos enfrentamos directamente a uno, pero sabíamos que eran y como eran, podíamos escucharlos y deseo tanto olvidarlo. Hasta donde recuerdo... -Justo después de haber incendiado una pequeña parte de "Prolongación Montejo"- …seguimos caminando hasta llegar a una vieja casa colonial cercana a la zona (lo suficiente lejos del incendio) y nos detuvimos para descansar. Entramos, revisamos y al no encontrar nada decidimos dormirnos tomando guardias... yo creo que no logré despertar para hacer la mía por lo que un par de horas estuvimos indefensos ante cualquier amenaza y peligro de nuestra horrible ciudad Mérida... aunque parece que Angel estuvo cuidando de nuestras espaldas toda la noche.
Como sea, ahora que había amanecido estábamos dispuestos a abandonar nuestro provisional y patético refugio para buscar que desayunar. Tomamos nuestras cosas y salimos de la vieja casa.

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Es de suma importancia ingerir tres comidas diarias. Mucha o poca cantidad es vital. No puedes darte el lujo de quedarte sin energías y flaquear un segundo, esto puede ser la diferencia entre seguir consciente o convertirte en una de esas bestias sin mente que merodean las calles y… ¡BAH! ¡TODO EL JODIDO MUNDO!
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Los primeros pasos que dimos afuera de aquel polvoroso y antiguo lugar fueron para mí, liberadores y completamente relajantes. Ahí dentro me sentía vulnerable; no era mi hogar ni ninguno de los refugios  que habíamos hecho para pasar noches.
Nuestro estómago rugió poco después de haber dejado atrás nuestras cuatro paredes de “seguridad”. Parecíamos sincronizados Toby, John y yo puesto que nuestras lombrices rugieron casi al mismo tiempo… quizás con un muy pequeño intervalo diferencial de un par de minutos. Como sea, ahora teníamos que dirigirnos a algún lugar con comida.
Intentaba recordar en que exacta parte de la ciudad nos encontrábamos. Pero con el par de años que han pasado me es difícil ubicarme, sobre todo cuando gran parte de la ciudad está destruida o ha sido devorada por la madre naturaleza… y pensar que ya habíamos logrado convertirnos en una soberbia zona metropolitana…

Caminamos, caminamos, caminamos y… caminamos. Pero, nada fue lo que encontramos… -Vaya, eso rimo- me era inconcebible descansar hasta encontrar comida. Nos animábamos entre todos, pero parecía que mientras más caminábamos, mas nos alejábamos del festín prometido.
Miraba hacia atrás de nosotros y pude percatarme que un par de individuos nos seguían. Estaban armados así que avise a mis compañeros. Estábamos tan cansados, llevábamos ya casi dos horas de estar caminando y un tiroteo no era precisamente muy atrayente, así que…

-¡OIGAN! –Les grité con todas mis fuerzas mientras los señalaba- ¿¡Qué carajo están haciendo!?, ¿¡porqué nos siguen?!



Solo se escondieron. Uno detrás de una pared y otro detrás de un automóvil achicharrado. John sacó su revólver y apuntó hacia el que se encontraba detrás del auto. 


-¡Jamás he fallado un tiro, así que sal con tus manos arriba! – Gritó con una voz llena de cólera. El hambre saca lo peor de mis dos amigos.
Estábamos molestos por el hambre y decía la verdad, y… estoy seguro que los dos sujetos se dieron cuenta de eso por lo que ambos salieron con las manos arriba. Uno de ellos nos gritó desde donde se encontraba…




-No dispares, no dispares. Solo nos aseguramos que seas “Yuca”, eso es todo.

-¿Yuca? –Pensé- eso que carajos tiene que ver con que nos estén siguien…

-¡No hagas ningún movimiento brusco! –Gritó John.

Toby, Angel y John los apuntaban mientras yo pensaba que hacer. En situaciones normales hubiéramos disparado o los hubiéramos desarmado y dejado a la merced de los salvajes. Pero… no. El hambre no nos iba a nublar el juicio y entonces reconocí un par de letreros en lo alto de un edificio bastante alto.

-Estamos cerca de Wal… -Me interrumpieron.

-¿Mart? –dijo Toby.

La cara de Angel y John se iluminó como si se tratase de oro lo que habíamos descubierto. “¡Comida!” exclamamos. Entonces los tipos comenzaron a acercarse lentamente y fue cuando me di cuenta de que formaban parte de la guardia del supermercado.
Nos miraron con mucho cuidado mientras se nos acercaban. Se encontraban cerca y entonces reconocieron nuestros rostros. Nos llamaron por nuestro nombre a John, Toby y a mí. Angel fue algo ignorado durante un par de minutos mientras nos preguntaban que había sido de nosotros. No respondimos (porque ninguno de nosotros tres tenía idea quienes eran estos tipos).

-Qué bueno que aún están vivos… -dijimos aún sin saber quiénes eran estas personas.

En ese instante comencé a recordar (y creo que todos también) lentamente. Un flashback del pasado. Pude mirar cómo se iluminaban las calles. Como el brillo del sol se reflejaba en los hermosos árboles que habitaban ese lugar. Recordar el sonido del tráfico matutino que en ese entonces era molesto tan molesto. Sí, todo era tan bello en esos días… y en el siguiente instante todo se fue. Mi vista, mi sentido regresó a la realidad con una dolorosa bofetada del presente. El gigantesco pastizal invadió las limpias calles de esa zona “alta”, las luces se rompieron y el moho invadió todo y convirtió las más bellas estructuras en horripilantes guaridas de monstruos. Los automóviles que producían ruido se hallaban ahora calcinados por las revueltas que precedieron la infección. Reaccioné y continué caminando con mis compañeros que estoy seguro también tuvieron esa visión.

Nos ubicábamos a unas cuatro esquinas del Wal-Mart de Montejo, el primero de muchos Wal-Mart que comenzaron a llegar la ciudad. Era una estructura extraña, con enormes rejas verde pino, escaleras redondas y con una combinación de colores en las paredes de un rojo salmón muy pálido (soy muy malo para los colores)… como sea, eso era antes. Ahora, las rejas habían sido reforzadas, habían puesto varias “torres” de vigilancia las personas que vivían cerca. El lugar ahora era una fortaleza que en toda la ciudad se conocía como uh… “el súper”. Era el único supermercado que funcionaba casi a su completa capacidad. Es decir, aire acondicionado, luces, anaqueles, electrodomésticos, frutas, verduras… podías hallar de todo. Nosotros nunca habíamos venido aquí. Solíamos frecuentar el mercado para intercambiar objetos, pero esto era… civilizado. No usaban dinero, funcionaba de la misma manera que siempre. Intercambiabas tus pertenencias (extrañas o no) por el objeto que necesitabas.
Sin embargo, el precio de los objetos estaba predeterminado. Los electrodomésticos costaban alimentos que eran lo más caro, libretas, cigarros, armas… todo ya estaba establecido para orientarte de alguna manera y evitar estafas o robos. Era tan… perfecto. Al menos así me parecía a mí.

Acompañados de nuestros nuevos “amigos”, entramos en el supermercado. Estábamos sucios y apestosos desde anoche. No traíamos nada valioso que pudiéramos comprar y sin embargo estas personas nos trataron… bien.
Los guardias llamaron a otros y estos a otros hasta que el aparente jefe del lugar apareció. Se llamaba José Manuel. No entendíamos el porqué del alboroto, nosotros permanecimos a la expectativa por si intentaban robarnos y entonces el jefe se nos acercó. Nos separó de la muchedumbre hasta llevarnos a lo que parecía su oficina. Nos ofreció asiento.

-Les seré sincero. –Nos dijo con una voz grave y seria- Muchas personas que frecuentan este lugar les deben la vida. Ustedes son… héroes.

-No entiendo. –interrumpí.

-Verán, lo que ustedes hacen, es bueno. En este horrible mundo donde todos se han vuelto locos y las personas se traicionan entre sí… más de lo que hacían antes. Ver lo que ustedes han hecho nos es increíble a todos. –Decía fervientemente el Jefe del Wal-Mart.

-¿A qué se refiere? –Me susurró Toby.

-Me honra su presencia en mi “súper “. Pero solo por simple curiosidad… ¿Qué hacen aquí? Digo… ustedes jamás habían venido antes… -Nos preguntó.

-Un par de sus guardias nos estaban siguiendo y pensamos que eran hurtadores… ya sabe, de los maniáticos. Y... una cosa llevó a la otra y llegamos hasta este lugar… -Decía John intentando explicar.

-De modo que estaban perdidos, ¿no es así? –Dijo mientras nos miraba, esperando una respuesta afirmativa.
-Sí. –Respondí.

-¿Y por qué están tan sucios? –Preguntó mirando nuestra ropa, rostros y mientras inhalaba lentamente nuestra peste del sudor.

-Nos persiguieron unas bestias. –Dijo Toby.

-Pequeñas bestias… -Corrigió Jonh.

Guardó silencio el señor mientras con una mirada nos expresó un gigantesco asombro. Su mirada durante un instante vio hacia la parte inferior derecha, humedeció sus labios y sus manos comenzaron a frotarse entre sí mientras se apoyaban sobre su blanco escritorio.

-No es posible. –Decía con una voz sorprendida- ¡¿Cómo es que sobrevivieron?!

-No lo hicimos… –Dijo Toby, luego, soltó una ligera carcajada junto con John.

-Ja, ja, ja… –Sonrió el jefe- Ya veo… Bien, en ese caso. Permítanme presentarles a otro No-muerto como ustedes. Mi nombre es José Manuel y yo solía ser el administrador en jefe de esta sucursal. Bueno… sigo siéndolo… -Dijo mientras reía un poco- Aunque… las cosas ya no son como antes.

-Nada es como antes. –Dije mientras no dejaba de mirarlo.

-Noto que no dejan de ver mis movimientos, ¿tan poco confían en las personas? ¿Por qué entonces ayudan a desconocidos? –Nos preguntó.

-Porque ya nadie hace nada bueno. –Dijo Angel… quien pensamos se había quedado con los guardias. Sí, nos asustó no notar su presencia.

-Vaya… yo sabía que eran tres, y por lo que he escuchado, se que estos tres que están sentados son el detective Lucas Ferrer; el alto ejecutivo de empresas Spartan, Jonathan Mendoza y el biólogo Kevin Coello el… uh…

-Cuidador de animales… -Dijo Toby molesto.

-Biólogo… –Intentó John auxiliar a José Manuel.

-Eso, eso mismo. Disculpa, es que son un trío muy inusual. Pero… ¿quién es este joven? Nunca escuche nada sobre cuatro… -Lo interrumpieron.

-Es que ayer lo conocimos… -Dije.

La plática continuó durante unos diez o quince minutos hasta que finalmente cerró la boca. Había preguntado de todo, desde él porque estábamos sudados y hambrientos, hasta porque le decíamos Toby a Toby. A decir verdad estaba muy interesado en nosotros, aún no entendíamos porque, pero nos agradaba ser un poco famosos aunque realmente pensábamos que eso no ayudaba en nada con respecto a sobrevivir, incluso… creo que perjudica un poco tener fama…
Nos paramos, nos estrechó la mano a los cuatro después de haber charlado bastante tiempo y nos acompañó hasta la puerta.

-Antes de que se vayan… me gustaría ofrecerles algo… -Dijo con voz dulce.

-¿Algo como qué? –Preguntó Toby.

Nos dio unos vales. Siete a cada quien. Nos había explicado antes que en su tienda el regula los precios y se encarga que cada vendedor pueda tener su espacio mientras respete las reglas del supermercado. Esto hace que José Manuel le proporcione protección y seguridad en sus productos que se encuentren en la tienda durante las veinticuatro horas del día. Ellos le pagan con un pequeño porcentaje que nos parecía bastante justo. Luego nos dijo que con esos vales, podríamos comprar comida u objetos que quisiéramos y que luego él se arreglaría con los comerciantes.

-¡¿Cualquier cosa?! –Dije muy contento.

-S-si… -Dijo con voz temblorosa.

Era la primera vez que me regalaban algo tan convenientemente genial. No pude aguantarme las ganas y tuve que abrazar al “pachoncito” administrador del lugar.
El sonrió bastante incómodo y justo después nos dijo que nos quedáramos cuanto quisiéramos.
Salimos y comenzamos a notar que no todos los de ahí nos miraban con la misma alegría que José Manuel. Sin embargo, no le prestamos mucha atención.

Recorrimos el lugar como niños chiquitos felices. Buscábamos que comprar y decidimos irnos al sanitario para pensarlo bien, después de todo, para ir de compras siempre hay que hacer un listado.
Eran veinticuatro vales que no podíamos desperdiciar y que teníamos que utilizar, pero… tampoco podíamos llevarnos objetos pesados o de gran tamaño. Armas, tampoco podíamos llevarnos muchas. ¡Municiones! Lo pusimos en la lista. Nuestros estómagos rugieron… ¡COMIDA! ¡COMIDA CHATARRA! ¡DULCES! ¡¿FRUTA?! Anotamos.
Angel dijo… medicinas o primeros auxilios. Lo anotamos igual. Toby quería unos zapatos nuevos y eso nos hizo mirar nuestros muy jodidos atuendos… ROPA, anotamos. Con eso podríamos regresar hasta nuestro hogar y si sobraba algo (que no debía), compraríamos alguna estupidez como siempre.

Salimos del baño de hombres… (NO MALPIENSES…) y nos dirigimos por nuestra primera parada: alimentos.
Llegamos hasta un área de restaurante y ahí un hombre y una mujer servían comida bastante apetitosa. Carne de pollo, res, cerdo e incluso comida rápida como perros calientes o hamburguesas. Habían bastantes personas e hicimos una fila algo larga durante unos diez minutos que nos parecieron una tortura al mirar como los demás comían su deliciosa comida.
Yo ordené unos deliciosos tacos al pastor, John unas pechugas de pollo (de un pollo enano), Toby ordenó una hamburguesa y Angel un par de pedazos de pizza. Acompañamos nuestro almuerzo porque ya eran casi las doce del día con unos refrescos de gas que aún no habían vencido (si, igual a nosotros nos sorprendió). Mientras comíamos y platicábamos me di cuenta de que el ambiente dentro del supermercado era surreal. Todo lucía como era antes, pero muy en el fondo sabía que era mentira. Sabía que el mundo estaba muy jodido afuera de estas paredes y eso me hizo pensar muchas cosas, pero sobre todo, me hizo dudar mucho del lugar en donde estábamos.

Al terminar de comer, nos encaminamos hacia los vendedores de armas. Había lo menos que podías esperarte, desde Tasers, cuchillos, bates de beisbol, hasta podadoras de césped y algunos inventos afilados bastante creativos que podían usarse en contra de las bestias. Yo me fui hacia la sección de armas de fuego y encontré una pistola EAGLE negra con acabado marrón que me robó el corazón como a cualquier adolescente enamorado y sin pensarlo usé un vale para comprarla y otro para municiones. Tomé mi viejo revolver de policía y lo cambié por mas balas para mi nueva hermosa arma. Toby quedó cautivado por un machete profesional de aleación de titanio y acero, Angel tomó mejoras para su Steyr Scout, cambió el visor y compró algunos cartuchos de balas extra, John encontró una ametralladora MP5 de 9mm para cambiar su vieja cuerno de chivo robada de un cadáver devorado de algún sobreviviente descuidado.

Terminamos de comprar nuestras armas y yo me dirigí nos fuimos a la farmacia por vendas, alcohol y medicinas que nos faltaban en nuestro botiquín. Empacamos todo en nuestros bultos; ya eran las seis de la tarde. Comenzaba a ocultarse el sol, no lo veíamos, pero sabíamos que eso sucedía porque la luz natural de nuestro cielo nublado comenzó a apagarse hasta oscurecerse por completo. Nos quedaban dos vales y Toby encontró el reloj que buscaba y Angel una libreta de hojas blancas bastante bonita (se robó un par de bolígrafos y lápices). 

Caminamos hacia la salida, pensamos en buscar un refugio cercano… y entonces vimos como todos los guardias comenzaron a correr hacia entrada. El sonido que producían sus botas al pasar era estruendoso. Se gritaban entre sí “vienen a las doce”, otro respondía “vigila nuestro seis” y entre el agite, los guardias lograron organizarse. Con sus uniforme negros, cascos y armas pesadas del tipo militar, cualquiera diría que eran mercenarios.  Encendieron unos reflectores y podíamos ver desde el portal de la entrada como a lo lejos venían corriendo un número bastante grande de infectados. Los guardias subían a toda velocidad hacia sus torres de vigilancia. Montaban sus armas, apuntaron y en un instante comenzaron a disparar hacia todas direcciones…

jueves, 22 de julio de 2010

Parte 1 - 4

Capitulo 4: Noche

            Pasamos la noche en el refugio de Angel. Estoy seguro, que ha sido una de las peores noches que he tenido en mi vida. Y no es porque fuera descortez o algo asi; es porque en nuestro tiempo que llevamos viviendo juntos, jamás habiamos tenido que dormir afuera de casa, o de uno de nuestros refugios. Nunca habiamos tenido que utilizar ese plan de contingencia.
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De treinta a sesenta minutos es lo que la infección tarda en mostrar sus síntomas. En estos días los síntomas son muy visibles, pues en la herida que te realicen los infectados, se te presentara una asquerosa necrosis bastante desagradable. A eso, le siguen fiebre, dolor en el estómago, jaqueca y debilidad en el cuerpo. No soy doctor, pero es lo que he observado. Estos son los primeros síntomas que se presentan, los más dolorosos. Indican que estas muerto, que te convertiras en uno de ellos...
Digamos que somos afortunados por este tipo de "señales" que nos indican la diferencia entre un enfermo y un sano. No tiene sentido ocultarlo, cuando la infeccion se transmitía via oral, era practicamente imposible enterarse si ya estabas condenado a morir. No habían sintomas visibles... hasta que la enfermedad mutó y todo se fue a la mierda. Si, somos muy afortunados... ¡hurra!
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Despertamos temprano, aproximadamente a las tres y media de la madrugada. Yo para ser honesto, no podía dormir. Había algo en Angel que me inquietaba, estaba demasiado sereno, tranquilo y en estos días NADIE esta así.

John practicamente estaba roncando y era el turno de Toby de mantenerse despierto, aunque... estoy seguro haber escuchado como roncaba en muchas ocaciones...
La noche transcurría tranquila; nada extraordinario sucedía y todos descansabamos del agitado día que habiamos tenido. Todos... excepto yo.

Y como decía, a las tres y media de la madrugada, un ruido nos hizo saltar del sofá... literalmente. Fue inesperado, todos descansabamos, felices de la vida cuando "algo" arremetió contra la puerta de acero del hogar de Angel. La criatura continuaba golpeando cada vez con mas fuerza, estaba claro que iba a entrar tarde o temprano y nosotros necesitabamos estar listos.

No se escuchaba ningun rugido o grito por parte del monstruo, solo se escuchaban los estrenduosos impactos que este cometía en contra del acero. Cada vez mas seguidos, no se cansaba y la puerta comenzaba a ceder poco a poco. Angel estaba atónito, tomó su rifle de presición que se encontraba cerca de un estante, y del cojin donde se hallaba recostado sacó un revolver.
-¡Siganme! -Nos gritó mientras trepaba las escaleras a toda prisa.


Los tres corrimos a toda prisa hacia Angel, nuestras armas se encontraban en el suelo próximo a nuestro sofá así que no nos demoramos mucho en alcanzarlo.
Una vez subiendo las escaleras, Angel nos explicaba que esto nunca había sucedido, estaba sorprendido y algo asustado. Esperé a que comenzara a hecharnos a culpa y quizás me preparé a tomar mi revolver por si realizaba algún movimiento sospechoso...


Llegamos hasta una habitacion en el segundo piso, de ahi, Angel comenzó a mover unos estantes para tapar las escaleras. Yo sabía que no tenia caso intentar bloquear una entrada a semejante criatura capaz de romper el acero.
John lo detuvo y comenzamos a discutir que hacer, necesitabamos una respuesta rápida, no teníamos idea de que tipo de bestia se encontraba al otro lado de la puerta, y no era algo que queríamos averiguar.

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Salir a la calle, era de lo mas peligroso, se consideraba suicidio en una ciudad tan concurrida e infestada como Mérida... o cualquier otra ciudad poblada. Pero... salir a la calle, ¿de noche? Eso era una muerte asegurada. Las probabilidades de sobrevivir una noche afuera en las calles, eran casi nulas. Durante la oscuridad, los infectados se dedicaban a cazar, rondaban las calles incluso mas que en el día y lo mas peligroso era... que tu no podías verlos. Eran rápidos, no; más que rápidos. Los infectados... bueno, la mayoría de ellos eran muy veloces, como animales salvajes de los antiguos documentales de la TV. Huir a oscuras, amparándote de la suerte era dirigirse a tu muerte.
Las noches representaban miedo e incertidumbre ante los sobrevivientes de la ciudad, de día podíamos enfrentarlos y derrotarlos, pero de noche no éramos mas que pavitos, presas de una feroz bestia al acecho del más mínimo error; y vaya que cometíamos muchos errores.

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-Tenemos que salir... -Sugirió Toby.
-¡¿QUE?! -Exclamó John.
-¡Tenemos que  hacerlo si no queremos morir! -Replicó.
-¡Serás idiota! ¡Es aún mas peligroso salir a las calles que quedarse aquí! -Dijo John, en un intento por persuadir a Toby.
-No. Si nos quedamos moriremos. Eso es un hecho, no tenemos armas ni conocemos este entorno. Lucas lo sabe. -Con voz firme nos respondió Toby.
-Mmm... ¿Y afuera no será peor?
-Puede ser, pero ahí quizás si podamos sobrevivir. Además esta a punto de amanecer, ¡deben ser como las cinco de la mañana!
-Una hora... mmm... -Todos comenzamos a pensar esa sugerencia.

Entre todo, Angel miró su reloj de pulsera y su expresión cambió por un instante. No nos dijo nada, pero apoyó la iniciativa de Toby, así que todos accedimos.
-Es poco tiempo lo que falta, tenemos que intentarlo. -Fueron las últimas palabras de Angel en la discusión.
-Bien... hagámoslo. -Dijo John bastante motivado.
-Pues ya que, pero no tomaremos riesgos tontos. -Dije serio.

Luego, después de eso, comencé a explicarle a Angel que no se separara de nosotros, que cada uno de nosotros tenía un papel. Planeamos meticulosamente una ruta hacia un refugio cercano. Bueno... no tan cercano, se encontraba a varias calles, si cruzar una calle era muy peligroso, ahora teníamos que cruzar cerca de quince calles. Teníamos que llegar a Paseo de Montejo, en una antigua casa colonial donde antes se encontraban unas oficinas bancarias.
Primero, teníamos que asegurar una ventaja con la criatura fornida que debía entrar en la casa de Angel. Para eso, necesitabamos escuchar que ésta, rompiera la puerta. Luego que esto sucediera, bajariamos del segundo piso por medio de una escalera de emergencia, estaba bien cuidada, Angel se habia asegurado de tener una salida de emergencia segura. Una vez en el suelo de la banqueta, nos dirigiríamos hacia la derecha, a la maxima velocidad que pudieramos, iriamos a mitad de la calle y nuestros pasos debían ser casi silenciosos. Llevabamos Tenis, así que no tebía haber problema. Despues debiamos seguir una ruta de calles hasta llegar a nuestro refugio. Ahi estariamos a salvo por almenos un par de semanas y hasta ahí llegaba este plan.

Angel solo asintió las indicaciones con la cabeza. Luego, todos sacamos nuestras lámparas y las probamos. Comenzamos a quitar las tablas de madera que tapaban la ventana por la que saldriamos hacia la escalera de emergencia. Tomamos nuestro equipo, amarramos las lamparas a nuestras armas y entonces... escuchamos como la puerta de acero cayó en el piso, produciendo un muy molesto ruido.
Salimos por la ventana, uno por uno, lo mas rapido que podíamos. No debiamos producir sonido alguno que indicara nuestra ubicación. Si el monstruo se enteraba que saliamos a la calle, moririamos.
Bajamos lentamente y no hicimos ningún ruido fuerte, con mucho cuidado saltamos hacia la el suelo. El último en caer, John, hizo algo de ruido. Luego de eso, comenzamos a irnos lo mas rapido que podiamos. Paso a paso, mirabamos hacia todas direcciones... pero no habia nada. Salimos de esa calle sin problemas. No hablabamos, usábamos señas y todos seguiamos una formacion de cuña. En el frente iba John, a la derecha Toby y a la izquierda Yo. Entre nosotros iba Angel. John miraba solo al frente, Toby exclusivamente hacia la derecha, yo exclusivamente izquierda y Angel hacia atras. El trabajo de Angel era el mas complicado.
Luego, cuando doblamos por la izquierda, vimos a unos cinco infectados. Eran de los comunes, de tamaño regular, feos, ensangrentados sus brazos, cara y piernas y con algunas protuberancias asquerosas en todas las partes del cuerpo que podía ver. Garras negras afiladas y dientes amarillentos. Los cinco no se habian percatado de nuestra presencia. John rápidamente sacó su pistola con silenciador y logró dispararle a tres. Cayeron como insectos frágiles ante los impactos. Dos intentaron huir de la escena pero yo y Toby logramos derribarlos. Los disparos no hicieron ruido, todos llevábamos armas con silenciadores. Todos... excepto Angel.
Continuamos por la calle, cada vez que avanzabamos mas lejos del centro, nos encontrábamos con menos faroles encendidos. La falta de energía electrica era un problema. Teníamos que utilizar nuestras linternas y eso nos pondría en serio peligro.
Continúamos hacia la siguiente calle que se encontraba todo derecho en la misma dirección. Yo podía ver muchos infectados dentro de las casas, tambien en las azoteas, pero no podía hacer nada. La incertidumbre de saber si ellos se habian dado cuenta de nuestra presencia, era bastante desesperante. Ninguno nos atacó por suerte. Continuamos, ya eran masomenos las cuatro de la madrugada. No habíamos dicho ni una sola palabra desde que salimos del hogar del chico de los rizos.

Llegamos hasta la avenida principal de Montejo. lo curioso, es que cuando la ciudad estaba "viva", era de las calles mas ricas, populares y elegantes de la ciudad. Ahora eran las mas descuidadas, tenian hierba mala de gran altura. Parecía un monte para sus pocos años que tenía abandonada.
Una vez que entramos en esa calle, lo escuché. Entendí porque los infectados no nos habian atacado hasta ahora y porque todos parecían esconderse de las calles. Escuché... una risita.

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Entre las leyendas que los sobrevivientes cuentan, no hay una mas tenebrosa y aterradora como la de... "los niños". Se suponía que no podían existir infectados de edad muy joven. Es decir, que la enfermedad mataba sin mutación a los niños menores de doce años. Su cuerpecito bajo en desarrollo y defensas, era un blanco muy facil para la infección y por ende, nunca se encontraban monstruos de aspecto infantil... o... eso es lo que todos pensábamos.
Una tarde, escuché a un par de mujeres hablar sobre una aterradora masacre. Según habían escuchado, una expedición militar habia intentado liberar el centro de la ciudad de infectados. Eran varios pelotones, tenían vehiculos y tanques que les cubrirían y asegurarían bajas mínimas en el lado sobreviviente. La expedición iba extraordinariamente bien, nada los detenía, ni las arañas, ni los mastodontes, ni siquiera los ágiles cazadores. Todos caían ante la fuerza militar. No habian bajas, y parecía la misión perfecta. Eso... hasta que oscureció. La noche nubló el campo de visión. Lo redujo demasiado, y con la falta de luz en las calles, el ejercito comenzó a tener algunos problemas. Sin embargo, a pesar de todo continuaban desplazando a la infestacion.
Se llegó hasta un área "boscosa" un monte, aparente. Lleno de plantas descuidadas. Los soldados escucharon risitas de niños algunos llantos. Varios soldados, preocupados. Pensaron haber hallado sobrevivientes jóvenes. Y la mision pasó a convertirse de exterminación a rescate. Entonces, mientras mas se acercaban al monte, mas bajas se reportaban. Las tropas iban cayendo sin piedad. Una a una hasta que ni una sola quedó con vida.
A la mañana siguiente, un par de escuadras de soldados se dirigieron a buscar sobrevivientes de la expedición y solo hallaron pedazos roidos de los cuerpos de sus compañeros. Brazos, piernas, cabezas... y mucha sangre. Solo eso fue lo que quedó. Los torsos de sus aliados desaparecieron y ni los huesos hallaron.
Una grabación terrorifíca es la prueba de lo que estaba escuchando. Los soldados que fueron en busca de sobrevivientes hallaron una grabación del reporte del sargento a cargo. En ella se podía escucharlo llorar de miedo. Mientras que a lo lejos solo podías escuchar risas y pequeños gemidos de niños hasta que todo se quedaba en silencio.
El centro y sus alrededores se convirtieron en los lugares mas peligrosos. Claro, que para mi, solo fue una historia entretenida, puesto que no era posible hallar infectados niños. O eso es lo que creia.

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La piel se me erizó al escuchar esa risita. John, Toby, Angel... todos nos miramos con una expresión de miedo total. Todos habíamos escuchado las leyendas y los cuentos en cuanto a estas risas asesinas. Lo que venía era quizás el peor tipo de infectado que existía.
Evidentemente, nos encontrabamos en una zona muerta. Un lugar desolado, que ni los mismos infectados se atrevian visitar; estabamos en el "area de juegos" el parque de los niños. Justo después de escuchar semejanto alarido tenebroso, decidimos todos apagar nuestras linternas. Al unísono, todos nos unimos con un "tac" del ruido emitido por nuestras lámparas. Fue el último ruido que emitimos. Seguimos caminando... aunque, la mano de John y Angel empezaron a temblar.
-Hagan silencio... -Susurré.
-Lo se -Me respondió Toby.
-Si. -Angel replicó..
-Mierda... -Dijo John en un volumen casi imperceptible.

Luego, después de caminar casi un minuto; rodeados de hierba alta y pasto giigantesco, comenzamos a tranquilizarnos un poco. Ibamos lentos, mirabamos a todas direcciones, pero la oscuridad y el monte que nos perseguía a nuestros costados... no; en todo nuestro alrededor, nos cegaba por completo.
A unos seiscientos metros pude mirarlo: un poste de luz anaranjada irradiaba seguridad. Mi mirada se fulminó de emoción al ver la salida, al saber que no se encontraba tan lejos como esperaba. Seguimos caminando, ahora con un paso mas veloz.

Nuestra adrenalinda nos hizo agilizar el paso... el miedo de desconocer a la criatura debajo de la cama, nos hizo llegar al punto de casi correr. Cuidabamos de no hacer ningún ruido, eso si. Pero el camino era practicamente invisible para nosotros, el monte nos acompañaba junto con el canto de los grillos y ciertas criaturas, en estos años, nunca habíamos pasado una madrugada afuera de casa y escuchar semejante hermosa melodía, me hizo recordar los viejos tiempos.
De repente... todo quedó en silencio. Lo grillos se callaron, las ranas, los sapos dejaron de croar y en absoluto silencio quedó nuestro caminó de sombras.
Otra risita. Al escucharla de nuevo, cerré mis ojos. Como si eso evitara que aquellas criaturas me observacen. Entré en pánico y no por enfrentar a un infectado "nuevo", eso ya lo habíamos hecho todos antes. Era simplemente... la falta de descanso, combinando el pavor innato a las leyendas y cuentos, sugestiones, adrenalina y el miedo de cuatro patéticas gallinas ante la oscurdad de la noche.
John no lo soportó mas. Arrancó a correr. Cuando me di cuenta que el cederia ante sus emociones, supe... que yo inevitablemente tambien debía hacerlo en un acto de solidaridad con mi compañero de habitación. Arranqué a correr yo tambien. Toby y Angel son... algo lentos en este tipo de situaciones y no habia un plan en caso de comenzar a correr despavoridos así que ellos simplemente improvisaron... y nos siguieron y hasta superaron el paso.

No importaba que tan rápidos éramos, sabíamos que ellos lo eran mas. No eran uno, dos o cinco... eran almenos una docena. Una docena de pequeños engendros que no podíamos ver. Cuyas risitas aún no olvido en estos días. Unas vocecitas endemoniadas, horribles y aterradoras.

Corríamos a ciegas, Angel se dio cuenta antes que yo de eso y encendió su linterna. Todos lo hicimos después que el. Corrimos y entre la agitación de nuestros movimientos, una linterna enfocó hacia la hierba alta del monte. Ahí fue cuando pude verlo. Era horrible, medía apenas un metro. No tenía piel, era puro músculo lleno de sangre y... todo lo que tienen. Era asqueroso y sus pequeños ojos rojos cruzaron por un instante, una mirada con los míos. No grité, pero si me obligó a correr mas rápido.

Sus pasitos eran ligeros, resonaban en las piedras y las ramas. Nos perseguían como si se tratara de un juego enfermo para ellos. Y claro... eso era justo lo que era.
Estabamos a la par con ellos, no ibamos mas rapido, ni mas lento que esas pequeñas criaturas. Aún no inhalaba y exhalaba aire como un asmático, así que aún tenía energias para terminar esa carrera. La adrenalina quizás nos dio la fuerza para que ninguno de los cuatros no quedásemos atrás.
Todo iba aparentemente bien, saldríamos completitos de esa, estaba un diecinueve por ciento seguro (Es mucho mas de lo que estoy en todo), cuando... los niños comenzaron a saltar por encima de nosotros. Grandes y rapidos saltos daban de una manera tan escalofriantes que describirla se me hace imposible. A cada salto que daban, nos ofrecian una carcajada. Lo disfrutaban, disfrutaban la cacería.

No disparamos, sabiamos que eso sería realmente un suicidio. Perderiamos tiempo, valioso tiempo, energias y velocidad al desenfundar nuestras armas y disparar arbitrariamente a la nada. No, disparar era lo único que no podiamos hacer.

Nos encontrábamos ya a la mitad del camino, unos trescientos o doscientos metros. Casi podía sentir la seguridad de... ¡¿la luz?! ¡¿Que carajo?!...
¡Nos estaban llevando hacia la luz! ¡Los hijos de puta nos estaban tendiendo una emboscada! Sabían de nuestra naturaleza cobarde e inexplicable ante lo desonocido, nuestros instintos de siempre ir hacia la seguridad de la luz. Estos niños... pensaban. Y eso, francamente... me heló toda la médula.
-¡ALTO! -Grité con todas mis fuerzas a mis compañeros que ya estaban superando mi paso.

Se detuvieron al mismo instante que yo, y vimos como los niños siguieron corriendo hacia la luz durante unos segundos. Despues de unos instantes, se detuvieron.
Nos miraron, luego, nos mostraron una sonrisa tan retorcida que parecía salida de una de mis peores pesadillas. Sus dientes filosos podían verse a pesar de la oscuridad y sus ojos eran penetrantes y aterradores. Eran los demonios mas terrorificos que he visto en toda mi puta vida.

Luego, cuando nos detuvimos, saque mi pistola y comencé a disparar hacia su dirección. Llamalo suerte si quieres, pero acerté a un automovil que llevaba un tiempo ahí descompuesto, perdido en el alto pastizal. El tiro; impactó directamente en el tanque de gasolina y esto hizo que comenzara a derramarse. Entre tanto silencio, pude ver gracias al reflejo de la luna como se empapa el suelo.
-¡Fuego a las 2 en punto! -Grité con toda mi alma hacia mis dos amigos.

Ambos me comprendieron al instante, y acto seguido Toby tiró un bengalazo con una vieja pistola que llevaba cargando desde hace mucho tiempo (que yo pensaba había sido la cosa mas inutil que habia comprado en toda su vida).
El fuego encendió, y con esto la hierba alta tambien. Prendían con mucha rapidez las llamas, la luz que emanaban nos brindaraon fuerzas y quizás algo de confianza en nosotros mismos. Sacamos nuestras armas y comenzamos a abrir fuego hacia todas direcciones como unos psicopatas. No le dimos a nada.

Y... cuando nos dimos cuenta, ya no había nada. Ni un solo rastro de esas pequeñas criaturas de las tinieblas. Los sonidos nocturnos de los grillos, ranas y demás bichos, comenzaron a cantar acompañados del hermoso crujido de las llamaradas que habíamos creado con nuestro miedo.
El incendio fue brutal y comenzaba a propagarse con rapidez, así que huimos del lugar, corrimos hacia los edificios cercanos que limitaban con el monte y nos metimos para pasar la hora y cuarto que quedaba de oscuridad. No tengo idea que sucedió esa noche, ¿los espantamos? ¿Acaso introducimos miedo a unos monstruos?... Hay tantas preguntas que continúo haciendome.

sábado, 17 de julio de 2010

Parte 1 - 3

Capitulo 3: El fin del mundo.

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         Llevo sobreviviendo esta pesadilla desde hace dos años, dos largos años. Ya a nadie le gusta recordar como todo empezó. Todos estamos cansados de recordar cuando... éramos felices, cuando todo era perfecto.


Sin embargo, a pesar de que no nos gusta recordar algo así, tampoco nadie puede olvidarlo. Somos algo así como... las personas que vimos el final de la humanidad. Curioso... ¿no?

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Estábamos aburridos. La vida era monótona, sin sentido. Estoy seguro que así era todo para la mayoría de las personas. Buscando respuestas, buscando alternativas, porque el mundo se estaba destruyendo. Algún sociópata terrorista se dio cuenta que el culpable de todos los males era el hombre. Como si nadie se hubiera dado cuenta de eso antes...

En fin... el terrorista había amenazado años atrás con que haría algo si no comenzábamos a pensar mas por la tierra y a comenzar a cambiar nuestra manera de actuar. Tomamos conciencia... un tiempo, y luego como cualquier viejo y mal-hábito, volvimos a nuestras viejas costumbres.

Este hombre no bromeaba con esto, y un día como cualquier otro; un primero de enero, a unas horas después de las vísperas de año nuevo... sucedió.

Cinco bombas nucleares estallaron. Una en cada continente, una en Washington, otra en Madrid, luego Pekín, un instante despues sucedió en Sidney, y finalmente una en Sudafrica. Estallaron con exactamente siete minutos de diferencia. fue la media hora mas larga del mundo.
La primera explosión conmocionó a todos. Nos tomó desprevenidos, pues nos encontrábamos festejando el cambio de ciclo, el año nuevo. Fue un "sacudón" para todos los que nos encontrábamos celebrando.
La segunda nos sorprendió, nos dimos cuenta que no era un accidente, nos dimos cuenta que era un ataque por parte de algún imbécil.
La tercera nos aterró, era una confirmación de que alguien estaba detrás de todo. Y no sabíamos cuantas más explosiones continuarían durante la noche. Solo esperábamos que no continuara y rezábamos que ninguna bomba se encontrara cerca de nuestra localidad.
La cuarta nos quebró, muchos rompieron en lágrimas, estaba claro. El fin del mundo había llegado; armagedón, sabíamos que significaba, pero... era imposible que algo así sucediera. Muchas personas perdieron todo durante esas explosiones pero... muchas mas, perdieron la vida.
La quinta nos destruyó. Transformó a la humanidad y todos juntos gritamos en odio hacia el autor detrás de tan atroces acciones. Todos juntos comenzamos a ayudar a nuestros hermanos. Pero... nada era lo que pensábamos.

La noche de año nuevo, estoy seguro que todos nos mantuvimos a la espectativa. Todos mirabamos los noticieros en busca de respuestas. Nadie encontró una. Solo mirábamos imágenes de desesperación y miedo, compartiamos ese sentimiento.
No dormí esa noche. Hice llamadas para saber si se encontraban bien mis familiares, amigos y personas cercanas que conocía. A pesar de saber que no se encontraban ni siquiera cerca del lugar de la catástrofe, tenía que estar seguro de que se encontraban a salvo.
Caímos presos del miedo y dejamos de pensar racionalmente, muchos perdieron el juicio y... sentí como si el mundo se hubiera detenido, al menos... por un instante. La mañana y tarde del primero de enero, fue de las mas oscuras que he vivido, todos indignados e impotentes ante tal situación. Al entrar las primeras horas del medio día, todos decidimos ayudar.

El segundo de febrero, como si aún no nos encontráramos ya bastante jodidos, esta persona dio un mensaje en cinco idiomas. El mensaje era estúpido, sin sentido, pero... era terrorífico. Veíamos a un villano, a un idiota enfermo que jugaba con las personas como si fuesen hormigas en su jardín. Él nos avisó que esto solo era el comienzo y que teníamos la culpa de todo. Que ya estaba harto del amargo sabor de la vida que le había tocado vivir, que ya estaba harto de ver, oler, escuchar y sentir lo que sucedía. Que le parecía indispensable cambiarlo todo, no. Que era "necesario".

El tercero de marzo, entonces, después de haber rescatado a cientos de miles de personas, después de haber apagado las llamas, de intentar resanar el daño que había sido cometido, el segundo ataque se presentó. Había comenzado desde el instante de las explosiones, pero no se había mostrado en su horrible forma: Enfermedad.
Enfermamos, de una manera como jamás había sucedido. Moríamos y moríamos. Miramos a los ojos de la bestia y lo único que hicimos fue intentar escondernos. Aislarnos de los demás para salvarnos. Egoístas y estúpidos, así fue como todos terminamos.

El cuarto de abril, entregó un nuevo mensaje nuestro enemigo. Se reía, se hallaba contento ante lo sucedido, no. Estaba satisfecho. Esa mirada, esa sonrisa... nos hizo enfurecer. Muchos no vimos mas de la mitad del mensaje, habíamos tenido suficiente de este sujeto.
Los cuerpos de la "justicia" lo buscaban sin descanso, estábamos seguros. Muchos nos especializamos en hallarlo. Pero era una tarea inútil. Fue demasiado astuto y cobarde.
La enfermedad continuaba, no tenía un nombre digno de recordar, sabíamos que no tenia cura aún. Enterramos a nuestros caídos y secamos nuestras lágrimas, encendidos y motivados por una chispa que conocíamos muy bien... una chispa que nos obligaba a levantarnos. Una chispa que no nos dejó rendirnos ante todo. Una chispa de valor.

El quinto de mayo, después de que todos nuestros intentos por combatir la enfermedad fracasaron. La enfermedad evolucionó con la radiación y comenzó a transformar a los enfermos. Se dieron cuarentenas en muchas regiones, en ciudades enteras y en países del mundo. Las personas mutaban, se convertían en horribles monstruos, sus cuerpos se adaptaban y se transformaban según la situación en la que se encontraban. Los cuerpos de las personas se unían si se juntaban demasiado, los autobuses con niños enfermos se fundían entre sí. Mayo se convirtió en el mes que descubrimos que todo se estaba perdiendo. Morir te convertía en esas cosas, enfermarte también, tenías que sobrevivir. El ejercito no podía contenerlos. Esas cosas tenían demasiada fuerza, no pensaban, solo corrían, te atacaban, de cualquier modo que tenían disponible. Si necesitaban nadar para llegar a ti, lo hacían, si necesitaban volar, volaban y si te escondías detrás de una pared, la escalaban. No había lugar en donde esconderse. Estas criaturas que antes eran personas, solo vivan con instinto de alimentarse y sobrevivir. Incluso entre ellos mismos se atacaban. Nos sumimos en el caos y los pocos que luchamos por no enfermamos, ahora nos hallábamos inmunes ante las formas de infección simples como el aire y medio ambiente. Pero no importaba nada, si uno de ellos te hería, era seguro que morirías, y si sobrevivias ante su ataque, la enfermedad te consumiría.

El sexto día de junio, perdí la esperanza de todo, y fue ese día cuando la perdí a ella... Su nombre era hermoso. La amé, me hacía feliz y yo me esforzaba por hacerla feliz. Era mi chica perfecta, la segunda mujer que he besado y es por eso que cuando ella desapareció de mi vida, yo morí.
Abandoné lo que tenía, abandoné mis ideas y sueños. Entré en negación y me dediqué a simplemente sobrevivir. Nada me importaba, y no moría, porque... en realidad... aún no se porqué no me suicidaba. Ellos, mis amigos, ellos impidieron que hiciera tal estupidez.
Durante el transcurso del ocho de junio, me encontré con mis dos mejores amigos. Estaban vivos, desde las cuarentenas, nadie podía salir de casa, y encontrarlos me puso... alegre. Los tres estábamos contentos, y con ellos tuve la fuerza suficiente para decidir continuar mi vida... aun si no tenía ningún motivo de vivir. Aún si lo único que tenía que hacer, era esperar la muerte.

El séptimo de julio hable con ella de nuevo. La ciudad se había sumido en muchos problemas, y las calles comenzaron a tener infectados. Se perdieron muchos de los servicios básicos. El mundo quedó incomunicado. Sin importar lo que sucedió, me dirigí a buscarla, pero no la encontré. Solo encontré una nota hacia mi. Decía que necesitaba irse, que ya no quedaba nada para ella en Mérida. Miré en las habitaciones de sus padres y los encontré muertos. Su hermanita se hallaba muerta igual. Píldoras, habían muerto por sobredosis. Se habían suicidado.
Luego, un par de días después, me volvió a llamar, me dijo en donde se encontraba, que estaba bien, me pidió perdón por abandonarme. Pero, yo la comprendí, comprendí su tristeza. Pude escuchar que lloraba. O quizás... ¿era yo el que lloraba?
Volví a armarme para buscarla. Hice expediciones solo para buscarla, pero no llegaba muy lejos. Hacia donde iba habían innumerables infectados. La ciudad estaba siendo infestada. Y yo, necesitaba prepararme mas.

El noveno de septiembre. Así es...  llevaba un par de meses tratando de hallarla. En el supermercado, escuché a un par de hombres hablar sobre un bombardeo por parte del ejército en el poblado donde ella se encontraba. Ese lugar estaba infestado, y no había manera de recuperarlo, eso es lo que ellos dijeron. Corrí hacia ellos, sujeté al que narraba por la garganta y le grité, le exigí me dijera de quién lo había escuchado... pero... su compañero me golpeó en el estómago y caí inconsciente un par de horas. Durante ese tiempo, me robaron mis armas y la caja de cigarros pensaba cambiar por un par de baterías.
Cuando me recuperé, mis amigos me habían encontrado y me llevaron a casa. Desde entonces había muerto. Había perdido mi esperanza de nuevo.

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Han pasado dos años y muchos días. Dejé de contarlos hace tiempo desde que todo comenzó y hoy... el cuarto de julio de dos mil catorce, quizás algo dentro de mi me lo decía, quizás... lo que sé ahora. Nada de lo que tengo, tiene el valor que ella tiene. Lo que se ahora, es que voy a encontrarla. No importa como, ni en donde se encuentre, se que la voy a encontrar. Voy a encontrarte Evelyn...

jueves, 8 de julio de 2010

Parte 1 - 2

Capítulo 2: Estoy vivo

     No hay necesidad de explicar que no éramos los únicos sobrevivientes del mundo, ¿verdad? Como sea, si hay algo mas peligroso que los infectados, eso es... otros humanos, humanos desconocidos.
La locura es quizás ahora la enfermedad mas común y letal que ronda en las pocas personas que quedan. Como un cáncer sumamente letal, una vez que te das cuenta, sabes que solo es cuestión de tiempo para que mueras. Desgraciadamente, eso nunca pasa. Uno es incapaz de darse cuenta de su propia locura, y cuando tus amigos te lo señalan, lo niegas e incluso puedes llegar a hacer cosas terribles.

Es por eso que nosotros establecimos la regla de no relacionarnos con otras personas. Confiábamos en nosotros y nada mas que en nosotros. Éramos todo lo que necesitabamos y punto.


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... Disparó. Una y otra vez, esa persona disparó hacia nuestra dirección. A pesar de que el agudo chillido persistía en mi mente, cada tiro hizo un largo y ruidoso sonido que me parecía eterno. Tres disparos hizo, lo recuerdo bien. Pensé... un disparo para cada uno. Cerré mis ojos y con mis manos comencé a tantear mi pecho, luego mi torso... no sentía ninguna herida. Abrí mis ojos; el chillido se fue. Comencé a mirar a mis amigos en todo su cuerpo, buscando sangre, alguna herida por impacto de bala. Nada.
Me acerque al final de la azotea para mirar los suelos de la calle y entonces lo vi. Tendido en el piso, el monstruo estaba ahí... inmóvil, tieso... muerto. Tres impactos de bala tenía; dos en su cabeza y otro en el centro de su pecho.
Después de eso se escucharon mas disparos, esta vez pude oír claramente como impactaban en el cuerpo de alguien. Me volví hacia mis amigos y de nuevo no pude apreciar heridas, pero los infectados que subían y se acercaban hacia nosotros... caían como moscas.

No entendía la escena que presenciaba. No tenía sentido, esta persona nos tenía a su merced ¿Porqué habria de salvarnos? ¿Porqué habría de gastar sus preciosas balas en unos extraños?

-¡YA NO VEO MAS! -Nos gritó el sujeto desde su alejada posición. Tenia una voz muy grave, sonaba drogado. Si, esa es la palabra.

-¡GRACIAS! ¡MUCHAS GRACIAS! -Respondieron Toby y John.

Después de eso... podíamos escuchar mas pasos cerca de nosotros.

-¡SALGAN DE AHÍ! -Nos grito de nuevo nuestro "amigo".

Toby y John me miraron con extrañez. Yo les devolví la mirada. Ninguno de los tres podíamos entender lo que sucedía. Como era posible que alguien nos... ¿ayudara?

Saltamos hasta el siguiente techo. John casi... bueno, esta bien. YO casi no llego. Me ayudaron a subir y seguimos huyendo, pero ahora en dirección del chico de traje blanco.

-¿Lucas... estas seguro? -Me preguntó Toby mientras caminábamos a paso rápido. Intentamos correr, pero casi nos desmayamos, así que decidimos caminar... si, caminar es bueno.

-No. No estoy seguro, y quizás deberíamos alejarnos... pero... -Me interrumpieron-

-Quieres verlo... -Dijo John con un suspiro que indicaba que ya conocía el porqué.

-Si. Me gustaría también darle las gracias si es que realmente quizo salvarnos. No olvidemos nuestros modales.

-Sabes que ya no eres la misma persona que antes, ¿verdad? -Me dijo intentando persuadirme para no ir.

-Si, lo se.

-Hace tiempo que no haces tu magia, y es probable que la hayas perdido. Entonces... ¿Qué es lo que estamos haciendo? ¡Vámonos de aquí ahora que podemos! Los tres... juntos y... ¡ENTEROS!. -Dijo John seriamente.

-No. Ustedes váyanse, yo intentaré tener una platica civilizada con este tipo. -Repliqué.

-Sabes que no te podemos abandonar "puyul"... ¡lo sabes maldita sea! -Me gritó Toby.

-Perdonen... -Intente justificarme, pero no tenía sentido.

-¡Eres un hijo de puta egoísta! Si mueres, nos joderas a todos. -Me reclamó John.

-Tu mismo estableciste esta jodida regla antisocial. -Me señaló Toby, ya bastante enojado.

-Necesito saberlo. Necesito saber si podemos confiar en el. -Respondí decidido a que no me iría del centro sin antes confrontar a esta otra persona.Ya había pensado en un plan. Incluso estaba pensando en la ridícula idea de llegar a convivir con él y hacer un equipo de cuatro.


Ya estábamos llegando, casi no tuvimos muchos problemas. Uh... en realidad si. Tuvimos grandes problemas. La jodida que tuvimos hace un rato había atraído a mas "zombies" (como los llamaba Toby) y eso nos obligó a correr de nuevo con un esfuerzo tan grande que se nos hizo eterno avanzar por toda una calle. Logramos deshacernos de esas desagradables criaturas, entonces vimos un puesto avanzado. No era nuestro, en definitiva. Era extraño, parecía como si esta persona viviera ahí. Pero... claro, eso era una locura. ¿Vivir en el centro? ¡Es un suicidio!

Admiramos la arquitectura de la casa... unos tres segundos. Era amarilla, pero en un tono fuerte, parecía recién pintada. Tenía escrituras en las paredes que decían: NADIE ES BIENVENIDO. Era de un par de pisos, muy similar al edificio en el que nos encontrábamos hace unos minutos. John tocó la puerta de metal gigantesca. Gritó "somos nosotros" un par de veces y entonces la puerta se abrió.

Hicimos un plan, lo "miraría" por no mas de cinco segundos y luego haría una señal con mi pulgar. Si lo ponía hacia arriba, hablaríamos con él. Si lo ponía hacia abajo... bueno. Entenderás que el instinto nos dicta matar o morir.

Era un muchacho. De nuestra misma edad. Tenis "Nike" Negros con blanco y rayas rojas. Ojos marrones oscuros, cabello rizado-ondulado. Tez morena, camisa blanca, un saco amarillo con franjas negras. Una magnum en el bolsillo derecho de su pantalón estilo "Jeans". Cartuchos de balas en los bolsillos de un cinturón de herramientas extraño. Su aspecto físico no era impresionante, era delgado y tenia uñas algo largas. En su espalda podía verse el cilíndrico cañón de un rifle de precisión. Estoy seguro que es con esa arma con la que nos "ayudó". Otro humano, a simple vista eso es lo que parecía. Ahora me tocaba "mirarlo"...

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Mis amigos decían que tenía un don cuando era pequeño. Mis padres decían que era una cualidad entrañable pero inútil y molesta. En más de una ocación, este "don" me ha causado muchos problemas. Yo solo miraba y prestaba atención, solo eso hacía...

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-Ojos rasgados, cansados con grandes "bolsas". No ha dormido en tres días. Paranoico. No ha estado en casa en almenos tres días.
-Sangre en la punta de la suela del zapato. Ha estado siguiéndonos durante tres días. Pisó la sangre de los infectados que matamos ayer. Es torpe.
-Uñas largas en dedos rosados. No es adicto a la Marihuana. No hay otro tic nervioso.
-Cicatriz en el antebrazo derecho. Herida de hueso. Se ha enfrentado a una araña... impresionante... (¡Mierda, concentrate Lucas!)
-Parpadeo normal de ojos. No esta nervioso. No nos teme.
-Mano derecha en bolsillo. Esta ocultando su evidente arma y de paso se prepara para desenfundarla. No confía en nosotros.
-Ropa extraña para una persona normal. Diseñador de modas. Es excentrico... probablemente homosexual.
-Huele a... nada. Sin perfumes ni desodorante. Se ha bañado. Tiene agua en esa casa, la estructura que vimos hace unos instantes indica que lleva viviendo en ella desde que todo comenzó.
Diagnóstico... confiable.

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¿Utilizamos las bolsas para recoger objetos extraños o para recoger nuestros cadáveres? Una vez discutimos por esta pregunta. La conclusión fue que a pesar de que lo negáramos... recogeríamos el cadáver de uno de nosotros. Claro, si es que alguno se llegaba a morir. Y eso era impensable. Así que... solo era para recoger objetos extraños. Objetos extraños que intercambiábamos en los mercados, tiendas y otras personas... por víveres, municiones y uh... ¡videojuegos! Si... lo admito... somos fanáticos de los videojueogos. Tenemos que entretenernos con algo...
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Alcé mi pulgar... mis amigos guardaron sus armas y entonces el sacó su mano de su bolsillo para saludarme. Buena actuación pensé.
En años no había mirado a nadie como lo hice esta vez. Fue pésimo... no. Peor que pésimo. En ese instante no noté que tenía humedecido los labios y que por lo tanto habia comido algo hace poco. Se me pasó el detalle de que tiene comida, quizás uno de los detalles mas importantes. Si tenía comida, tenia objetos extraños, si tenía objetos extraños... debía de haber matado o hurtado a alguien para haberlos obtenido. Y... acaso dije ¿probablemente? ¡Supuse! ¡Por primera vez en mi vida había supuesto!... En fin, nos dejó pasar.
Entramos, cerró la puerta con bastantes seguros. Era metálica, de acero. Siguió guiándonos por su casa hasta su comedor. Nos sentamos y nos presentamos. Dijo que su nombre era... Angel.

Hacía mucho tiempo que no se encontraba con sobrevivientes "sanos" o... no-locos. Nos explicó que llevaba siguiéndonos tres días, que casi muere, que estábamos locos por hacer lo que hacíamos. Nos contó que llevaba viviendo en esa casa desde hace años, mucho antes de que todo comenzara. Bueno, no en toda la casa. Pero si vivía en uno de los cuartos, con su novia... (No era homosexual. Había fallado para colmo) No nos metimos en detalles de su vida personal y entonces me di cuenta... fallé en algunas cosas. Pero me alegré de haber fallado en no ver que tenia humedecido los labios. Eso hubiera puesto mi pulgar abajo y... mejor ni siquiera lo pienso. Realmente no estaba loco. Quizás estaba paranoico, pero eso era normal. Todos lo estábamos.
Dejó que nos quedáramos esa noche. No confiaba en nosotros, eso podíamos verlo y lo señalé. El dijo que había confiado en una persona que conoció hace un par de meses y que esta lo noqueó y le robó varias cosas. Entre ellas, su televisión que le había costado varias latas de atún... delicioso atún.

La casa era grande y él, la había sellado lo suficiente para que el sonido no pudiera entrar desde afuera. De vez en cuando escuchábamos a algún infectado que intentaba romper la puerta, pero se rendía al ver que era inútil y entonces se iba.
En su enorme sala estábamos sentados charlando sobre bueno... quienes éramos. No nos gustaba recordar, era lo que mas odiábamos, pero... no había otra cosa de que hablar.
Toby llevaba una camisa azul, John una blanca y yo mi saco marrón. Le contamos como conseguimos mi saco, que fue toda una odisea casi mortal. El nos contó como perdió a su hermanito. Como su perro se escapó de su casa el día que esa persona le robó el televisor.. y en realidad, nos contó algunas tragedias. Lo que notamos era un tono algo apático, como si nada de eso tuviera importancia para el. Lo único que parecía importarle era su novia y estaba buscándola. Vivía para encontrarla. Pero necesitaba armarse de valor y de recursos para realizar esa aventura. Sin embargo nos dijo que estaba viva, que había hablado con ella hace poco por teléfono. Era su objetivo, y eso le hacia brillar sus ojos, eso le daba vida, le inspiraba calma y eso era lo que yo torpemente confundí con "apatía".
John señaló el televisor que se encontraba en un mueble rustico que se encontraba enfrente de nosotros. Él le respondió que lo encontró en la calle una semana después. También encontró a la persona que se lo había robado... pero ya estaba infectada.

Platicamos bastante, reímos un poco y finalmente nos acostamos en los sofás para "dormirnos". También teníamos un plan para una situación así. Si algo como ser invitados en casa de un extraño para pasar la noche, sucedía. Entonces tomaríamos turnos para dormir. Fingiríamos dormir todos, claro. Pero uno siempre tendría un ojo abierto. A mi me tocó el primer turno, fue horrible y eterno. Estaba cansado, y casi me duermo en un par de ocasiones. Angel sin embargo dormía como un bebé. Pobre, sentí lástima... comprendí que no había dormido en tres días. eso es mucho tiempo. Pero para alguien que vive solo... buscar compañía supone sobrevivir mas que cualquier cantidad de armas, municiones y comida. La locura es la primera preocupación de encontrarse solo. La segunda... son los infectados, obviamente. Me di cuenta que el muchacho me agradaba bastante, y podía notar que a mis amigos igual... pero no tanto como a mi. Quizás me identificaba un poco mas con el que con ellos. El había perdido gente que amaba como yo.

...

Amaba... amar... amor... hace tanto que no decía esa palabra, hace tanto que no la pensaba. Me había olvidado del sentimiento mas hermoso que una persona podía llegar a experimentar. Vaya idiota, había estado viviendo por simple instinto, había estado sobreviviendo solo por capricho. Sin ningún objetivo como mis amigos, sin ningún objetivo como Angel. Comencé a darme cuenta que quizás yo había muerto hace tiempo. Tenía que encontrar mi objetivo, tengo que revivir a mi persona. "No puedo rendirme" esas fueron mis palabras exactas. Eso es lo que susurré a mi mismo mientras todos dormían. Tengo que encontrarla...