martes, 7 de septiembre de 2010

Parte 1 - 5

Capitulo 5: "Shopping"

     Anoche fue una de las peores noches de mi vida. No dormimos lo suficiente, fuimos perseguidos y por último... terminamos en un lado abandonado de la ciudad.
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Desperté. Jonathan y Angel ya se encontraban deambulando en la "casa" donde nos habíamos hospedado; Toby dormía en una esquina. Tallé mis ojos, aclaré mi garganta y me acerqué a mis dos compañeros.

-¿Cuanto llevan despiertos? -pregunté sin curiosidad, solo quería decir algo realmente.

-Yo no dormí... -Dijo Angel al instante con una cara llena de cansancio y con un par de ojeras gigantescas

-Yo hace un par de horas... –Dijo Jonh mientras miraba por la ventana de la gigantesca casa en la que nos hallábamos.
-¿Qué... Qué hora es?

-Las... -miró a su reloj- ocho y veintidós. -respondió Jonh.

-Que tarde es...

-¡Si, y el pinche Tobys no se despierta! -gritó con algo de enojo.

-No importa mucho, hay un par de esos "mostros" afuera acechando. No iremos a ninguna parte hasta que esas cosas se vayan. -dijo Angel.

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Miré a John. A pesar de conocernos desde la secundaria, llevamos tan poco tiempo viviendo juntos y parece tanto... que ya nos conocemos casi a la perfección. Conozco sus miradas, sus expresiones. Son de las pocas personas por las que haría cualquier cosa...
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-Tres acosadores. Están en la casa de enfrente. -me indicó John mientras señalaba con su índice la pequeña edificación que se encontraba justo delante de nuestro provisional refugio.

-Oh... ¿así los llaman ustedes? -preguntó Angel.

-Si... les ponemos nombre a esas cosas para poder identificarlas... -dijo Toby interrumpiendo sorpresivamente.

-Vaya... que extraños son. -replicó Angel al instante.

-No tienes idea de cuánto. -respondí.

Resultaba que la noche anterior habíamos sido perseguidos por un grupo de sanguinarios infectados a los que decidimos nombrar "los niños" <>. No nos enfrentamos directamente a uno, pero sabíamos que eran y como eran, podíamos escucharlos y deseo tanto olvidarlo. Hasta donde recuerdo... -Justo después de haber incendiado una pequeña parte de "Prolongación Montejo"- …seguimos caminando hasta llegar a una vieja casa colonial cercana a la zona (lo suficiente lejos del incendio) y nos detuvimos para descansar. Entramos, revisamos y al no encontrar nada decidimos dormirnos tomando guardias... yo creo que no logré despertar para hacer la mía por lo que un par de horas estuvimos indefensos ante cualquier amenaza y peligro de nuestra horrible ciudad Mérida... aunque parece que Angel estuvo cuidando de nuestras espaldas toda la noche.
Como sea, ahora que había amanecido estábamos dispuestos a abandonar nuestro provisional y patético refugio para buscar que desayunar. Tomamos nuestras cosas y salimos de la vieja casa.

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Es de suma importancia ingerir tres comidas diarias. Mucha o poca cantidad es vital. No puedes darte el lujo de quedarte sin energías y flaquear un segundo, esto puede ser la diferencia entre seguir consciente o convertirte en una de esas bestias sin mente que merodean las calles y… ¡BAH! ¡TODO EL JODIDO MUNDO!
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Los primeros pasos que dimos afuera de aquel polvoroso y antiguo lugar fueron para mí, liberadores y completamente relajantes. Ahí dentro me sentía vulnerable; no era mi hogar ni ninguno de los refugios  que habíamos hecho para pasar noches.
Nuestro estómago rugió poco después de haber dejado atrás nuestras cuatro paredes de “seguridad”. Parecíamos sincronizados Toby, John y yo puesto que nuestras lombrices rugieron casi al mismo tiempo… quizás con un muy pequeño intervalo diferencial de un par de minutos. Como sea, ahora teníamos que dirigirnos a algún lugar con comida.
Intentaba recordar en que exacta parte de la ciudad nos encontrábamos. Pero con el par de años que han pasado me es difícil ubicarme, sobre todo cuando gran parte de la ciudad está destruida o ha sido devorada por la madre naturaleza… y pensar que ya habíamos logrado convertirnos en una soberbia zona metropolitana…

Caminamos, caminamos, caminamos y… caminamos. Pero, nada fue lo que encontramos… -Vaya, eso rimo- me era inconcebible descansar hasta encontrar comida. Nos animábamos entre todos, pero parecía que mientras más caminábamos, mas nos alejábamos del festín prometido.
Miraba hacia atrás de nosotros y pude percatarme que un par de individuos nos seguían. Estaban armados así que avise a mis compañeros. Estábamos tan cansados, llevábamos ya casi dos horas de estar caminando y un tiroteo no era precisamente muy atrayente, así que…

-¡OIGAN! –Les grité con todas mis fuerzas mientras los señalaba- ¿¡Qué carajo están haciendo!?, ¿¡porqué nos siguen?!



Solo se escondieron. Uno detrás de una pared y otro detrás de un automóvil achicharrado. John sacó su revólver y apuntó hacia el que se encontraba detrás del auto. 


-¡Jamás he fallado un tiro, así que sal con tus manos arriba! – Gritó con una voz llena de cólera. El hambre saca lo peor de mis dos amigos.
Estábamos molestos por el hambre y decía la verdad, y… estoy seguro que los dos sujetos se dieron cuenta de eso por lo que ambos salieron con las manos arriba. Uno de ellos nos gritó desde donde se encontraba…




-No dispares, no dispares. Solo nos aseguramos que seas “Yuca”, eso es todo.

-¿Yuca? –Pensé- eso que carajos tiene que ver con que nos estén siguien…

-¡No hagas ningún movimiento brusco! –Gritó John.

Toby, Angel y John los apuntaban mientras yo pensaba que hacer. En situaciones normales hubiéramos disparado o los hubiéramos desarmado y dejado a la merced de los salvajes. Pero… no. El hambre no nos iba a nublar el juicio y entonces reconocí un par de letreros en lo alto de un edificio bastante alto.

-Estamos cerca de Wal… -Me interrumpieron.

-¿Mart? –dijo Toby.

La cara de Angel y John se iluminó como si se tratase de oro lo que habíamos descubierto. “¡Comida!” exclamamos. Entonces los tipos comenzaron a acercarse lentamente y fue cuando me di cuenta de que formaban parte de la guardia del supermercado.
Nos miraron con mucho cuidado mientras se nos acercaban. Se encontraban cerca y entonces reconocieron nuestros rostros. Nos llamaron por nuestro nombre a John, Toby y a mí. Angel fue algo ignorado durante un par de minutos mientras nos preguntaban que había sido de nosotros. No respondimos (porque ninguno de nosotros tres tenía idea quienes eran estos tipos).

-Qué bueno que aún están vivos… -dijimos aún sin saber quiénes eran estas personas.

En ese instante comencé a recordar (y creo que todos también) lentamente. Un flashback del pasado. Pude mirar cómo se iluminaban las calles. Como el brillo del sol se reflejaba en los hermosos árboles que habitaban ese lugar. Recordar el sonido del tráfico matutino que en ese entonces era molesto tan molesto. Sí, todo era tan bello en esos días… y en el siguiente instante todo se fue. Mi vista, mi sentido regresó a la realidad con una dolorosa bofetada del presente. El gigantesco pastizal invadió las limpias calles de esa zona “alta”, las luces se rompieron y el moho invadió todo y convirtió las más bellas estructuras en horripilantes guaridas de monstruos. Los automóviles que producían ruido se hallaban ahora calcinados por las revueltas que precedieron la infección. Reaccioné y continué caminando con mis compañeros que estoy seguro también tuvieron esa visión.

Nos ubicábamos a unas cuatro esquinas del Wal-Mart de Montejo, el primero de muchos Wal-Mart que comenzaron a llegar la ciudad. Era una estructura extraña, con enormes rejas verde pino, escaleras redondas y con una combinación de colores en las paredes de un rojo salmón muy pálido (soy muy malo para los colores)… como sea, eso era antes. Ahora, las rejas habían sido reforzadas, habían puesto varias “torres” de vigilancia las personas que vivían cerca. El lugar ahora era una fortaleza que en toda la ciudad se conocía como uh… “el súper”. Era el único supermercado que funcionaba casi a su completa capacidad. Es decir, aire acondicionado, luces, anaqueles, electrodomésticos, frutas, verduras… podías hallar de todo. Nosotros nunca habíamos venido aquí. Solíamos frecuentar el mercado para intercambiar objetos, pero esto era… civilizado. No usaban dinero, funcionaba de la misma manera que siempre. Intercambiabas tus pertenencias (extrañas o no) por el objeto que necesitabas.
Sin embargo, el precio de los objetos estaba predeterminado. Los electrodomésticos costaban alimentos que eran lo más caro, libretas, cigarros, armas… todo ya estaba establecido para orientarte de alguna manera y evitar estafas o robos. Era tan… perfecto. Al menos así me parecía a mí.

Acompañados de nuestros nuevos “amigos”, entramos en el supermercado. Estábamos sucios y apestosos desde anoche. No traíamos nada valioso que pudiéramos comprar y sin embargo estas personas nos trataron… bien.
Los guardias llamaron a otros y estos a otros hasta que el aparente jefe del lugar apareció. Se llamaba José Manuel. No entendíamos el porqué del alboroto, nosotros permanecimos a la expectativa por si intentaban robarnos y entonces el jefe se nos acercó. Nos separó de la muchedumbre hasta llevarnos a lo que parecía su oficina. Nos ofreció asiento.

-Les seré sincero. –Nos dijo con una voz grave y seria- Muchas personas que frecuentan este lugar les deben la vida. Ustedes son… héroes.

-No entiendo. –interrumpí.

-Verán, lo que ustedes hacen, es bueno. En este horrible mundo donde todos se han vuelto locos y las personas se traicionan entre sí… más de lo que hacían antes. Ver lo que ustedes han hecho nos es increíble a todos. –Decía fervientemente el Jefe del Wal-Mart.

-¿A qué se refiere? –Me susurró Toby.

-Me honra su presencia en mi “súper “. Pero solo por simple curiosidad… ¿Qué hacen aquí? Digo… ustedes jamás habían venido antes… -Nos preguntó.

-Un par de sus guardias nos estaban siguiendo y pensamos que eran hurtadores… ya sabe, de los maniáticos. Y... una cosa llevó a la otra y llegamos hasta este lugar… -Decía John intentando explicar.

-De modo que estaban perdidos, ¿no es así? –Dijo mientras nos miraba, esperando una respuesta afirmativa.
-Sí. –Respondí.

-¿Y por qué están tan sucios? –Preguntó mirando nuestra ropa, rostros y mientras inhalaba lentamente nuestra peste del sudor.

-Nos persiguieron unas bestias. –Dijo Toby.

-Pequeñas bestias… -Corrigió Jonh.

Guardó silencio el señor mientras con una mirada nos expresó un gigantesco asombro. Su mirada durante un instante vio hacia la parte inferior derecha, humedeció sus labios y sus manos comenzaron a frotarse entre sí mientras se apoyaban sobre su blanco escritorio.

-No es posible. –Decía con una voz sorprendida- ¡¿Cómo es que sobrevivieron?!

-No lo hicimos… –Dijo Toby, luego, soltó una ligera carcajada junto con John.

-Ja, ja, ja… –Sonrió el jefe- Ya veo… Bien, en ese caso. Permítanme presentarles a otro No-muerto como ustedes. Mi nombre es José Manuel y yo solía ser el administrador en jefe de esta sucursal. Bueno… sigo siéndolo… -Dijo mientras reía un poco- Aunque… las cosas ya no son como antes.

-Nada es como antes. –Dije mientras no dejaba de mirarlo.

-Noto que no dejan de ver mis movimientos, ¿tan poco confían en las personas? ¿Por qué entonces ayudan a desconocidos? –Nos preguntó.

-Porque ya nadie hace nada bueno. –Dijo Angel… quien pensamos se había quedado con los guardias. Sí, nos asustó no notar su presencia.

-Vaya… yo sabía que eran tres, y por lo que he escuchado, se que estos tres que están sentados son el detective Lucas Ferrer; el alto ejecutivo de empresas Spartan, Jonathan Mendoza y el biólogo Kevin Coello el… uh…

-Cuidador de animales… -Dijo Toby molesto.

-Biólogo… –Intentó John auxiliar a José Manuel.

-Eso, eso mismo. Disculpa, es que son un trío muy inusual. Pero… ¿quién es este joven? Nunca escuche nada sobre cuatro… -Lo interrumpieron.

-Es que ayer lo conocimos… -Dije.

La plática continuó durante unos diez o quince minutos hasta que finalmente cerró la boca. Había preguntado de todo, desde él porque estábamos sudados y hambrientos, hasta porque le decíamos Toby a Toby. A decir verdad estaba muy interesado en nosotros, aún no entendíamos porque, pero nos agradaba ser un poco famosos aunque realmente pensábamos que eso no ayudaba en nada con respecto a sobrevivir, incluso… creo que perjudica un poco tener fama…
Nos paramos, nos estrechó la mano a los cuatro después de haber charlado bastante tiempo y nos acompañó hasta la puerta.

-Antes de que se vayan… me gustaría ofrecerles algo… -Dijo con voz dulce.

-¿Algo como qué? –Preguntó Toby.

Nos dio unos vales. Siete a cada quien. Nos había explicado antes que en su tienda el regula los precios y se encarga que cada vendedor pueda tener su espacio mientras respete las reglas del supermercado. Esto hace que José Manuel le proporcione protección y seguridad en sus productos que se encuentren en la tienda durante las veinticuatro horas del día. Ellos le pagan con un pequeño porcentaje que nos parecía bastante justo. Luego nos dijo que con esos vales, podríamos comprar comida u objetos que quisiéramos y que luego él se arreglaría con los comerciantes.

-¡¿Cualquier cosa?! –Dije muy contento.

-S-si… -Dijo con voz temblorosa.

Era la primera vez que me regalaban algo tan convenientemente genial. No pude aguantarme las ganas y tuve que abrazar al “pachoncito” administrador del lugar.
El sonrió bastante incómodo y justo después nos dijo que nos quedáramos cuanto quisiéramos.
Salimos y comenzamos a notar que no todos los de ahí nos miraban con la misma alegría que José Manuel. Sin embargo, no le prestamos mucha atención.

Recorrimos el lugar como niños chiquitos felices. Buscábamos que comprar y decidimos irnos al sanitario para pensarlo bien, después de todo, para ir de compras siempre hay que hacer un listado.
Eran veinticuatro vales que no podíamos desperdiciar y que teníamos que utilizar, pero… tampoco podíamos llevarnos objetos pesados o de gran tamaño. Armas, tampoco podíamos llevarnos muchas. ¡Municiones! Lo pusimos en la lista. Nuestros estómagos rugieron… ¡COMIDA! ¡COMIDA CHATARRA! ¡DULCES! ¡¿FRUTA?! Anotamos.
Angel dijo… medicinas o primeros auxilios. Lo anotamos igual. Toby quería unos zapatos nuevos y eso nos hizo mirar nuestros muy jodidos atuendos… ROPA, anotamos. Con eso podríamos regresar hasta nuestro hogar y si sobraba algo (que no debía), compraríamos alguna estupidez como siempre.

Salimos del baño de hombres… (NO MALPIENSES…) y nos dirigimos por nuestra primera parada: alimentos.
Llegamos hasta un área de restaurante y ahí un hombre y una mujer servían comida bastante apetitosa. Carne de pollo, res, cerdo e incluso comida rápida como perros calientes o hamburguesas. Habían bastantes personas e hicimos una fila algo larga durante unos diez minutos que nos parecieron una tortura al mirar como los demás comían su deliciosa comida.
Yo ordené unos deliciosos tacos al pastor, John unas pechugas de pollo (de un pollo enano), Toby ordenó una hamburguesa y Angel un par de pedazos de pizza. Acompañamos nuestro almuerzo porque ya eran casi las doce del día con unos refrescos de gas que aún no habían vencido (si, igual a nosotros nos sorprendió). Mientras comíamos y platicábamos me di cuenta de que el ambiente dentro del supermercado era surreal. Todo lucía como era antes, pero muy en el fondo sabía que era mentira. Sabía que el mundo estaba muy jodido afuera de estas paredes y eso me hizo pensar muchas cosas, pero sobre todo, me hizo dudar mucho del lugar en donde estábamos.

Al terminar de comer, nos encaminamos hacia los vendedores de armas. Había lo menos que podías esperarte, desde Tasers, cuchillos, bates de beisbol, hasta podadoras de césped y algunos inventos afilados bastante creativos que podían usarse en contra de las bestias. Yo me fui hacia la sección de armas de fuego y encontré una pistola EAGLE negra con acabado marrón que me robó el corazón como a cualquier adolescente enamorado y sin pensarlo usé un vale para comprarla y otro para municiones. Tomé mi viejo revolver de policía y lo cambié por mas balas para mi nueva hermosa arma. Toby quedó cautivado por un machete profesional de aleación de titanio y acero, Angel tomó mejoras para su Steyr Scout, cambió el visor y compró algunos cartuchos de balas extra, John encontró una ametralladora MP5 de 9mm para cambiar su vieja cuerno de chivo robada de un cadáver devorado de algún sobreviviente descuidado.

Terminamos de comprar nuestras armas y yo me dirigí nos fuimos a la farmacia por vendas, alcohol y medicinas que nos faltaban en nuestro botiquín. Empacamos todo en nuestros bultos; ya eran las seis de la tarde. Comenzaba a ocultarse el sol, no lo veíamos, pero sabíamos que eso sucedía porque la luz natural de nuestro cielo nublado comenzó a apagarse hasta oscurecerse por completo. Nos quedaban dos vales y Toby encontró el reloj que buscaba y Angel una libreta de hojas blancas bastante bonita (se robó un par de bolígrafos y lápices). 

Caminamos hacia la salida, pensamos en buscar un refugio cercano… y entonces vimos como todos los guardias comenzaron a correr hacia entrada. El sonido que producían sus botas al pasar era estruendoso. Se gritaban entre sí “vienen a las doce”, otro respondía “vigila nuestro seis” y entre el agite, los guardias lograron organizarse. Con sus uniforme negros, cascos y armas pesadas del tipo militar, cualquiera diría que eran mercenarios.  Encendieron unos reflectores y podíamos ver desde el portal de la entrada como a lo lejos venían corriendo un número bastante grande de infectados. Los guardias subían a toda velocidad hacia sus torres de vigilancia. Montaban sus armas, apuntaron y en un instante comenzaron a disparar hacia todas direcciones…